Lejos estaba Leticia de imaginar que a sus 50 años, su vida cambiaría de un día para otro.

Sin tener ningún antecedente de leucemia en su familia, ella se sentía mal, decaída y sin ganas de levantarse de la cama. Así que decidió ir al médico quien determinó que tenía anemia y necesitaba transfusiones de sangre. Sin embargo, Leticia seguía sintiéndose mal y fue a ver dos hematólogos en México. Uno de ellos, le diagnosticó mielodisplasia y le aseguró que iba a vivir muchos años pero que no había cura ni trasplantes para personas de su edad. El segundo hematólogo le hizo una biopsia y le dijo que padecía leucemia. Leticia, temerosa y sin saber qué más hacer, buscó soluciones en la medicina alternativa pero no encontró los resultados que esperaba.

Un día estando de visita en San Angelo, Doña Leticia se sintió mal y, a pesar de su temor a lo que los médicos le pudieran decir, fue a ver al hematólogo en el hospital del lugar. Se sentía muy débil, muy pesadas sus piernas, como con confusión mental, dolor de cabeza muy fuerte y como si tuviera en su cuello dos barras clavadas, aturdida-;con un malestar en general. La internaron ocho días y le hicieron una biopsia donde le ratificaron el ya conocido diagnóstico: leucemia-mielodisplasia.

"El doctor fue muy claro y me explicó que ahí no podían ayudarme porque no contaban con los recursos necesarios, que me recomendaba que me fuera a Houston," dijo Leticia.

Sin pensarlo dos veces y acompañada de su esposo y su hermana Melisa, Doña Lety emprendió el viaje inmediatamente, pero, a la mitad del camino, ella se empezó a sentir mal. "Paramos en San Antonio," explica mientras evoca el momento. "Ahí mi familiá buscó ayuda y no sé cómo pero dieron con el Hospital Metodista. Era el 25 de mayo del 2007."

Ella recuerda cómo su hermana tras hablar con una de las doctoras que las recibió en el hospital, se soltó en un llanto esperanzador, y le dijo: "Gracias a Dios, gracias a Dios, te van a internar aquí." Leticia también le agradeció a Dios.

"Nos atendieron de inmediato", dijo. La internaron ahí mismo, le pusieron su catéter y en la noche le aplicaron la primera quimioterapia. Estuvo internada seis meses pero como su cuenta de glóbulos blancos no se elevaba, le sugirieron un trasplante de médula. Leticia sabía que corría un riesgo muy grande, como con todo procedimiento, pero decidió someterse al trasplante. Casi veinte días después, y contra toda expectativa, ella estaría de regreso en casa, con una nueva vida, un cuerpo sano, una actitud diferente hacia la vida y una visión de Dios renovada.

Dada la actitud del personal y de los médicos, ella tenía el deseo de no defraudarlos, de salir adelante por todo lo que ellos hacían por ella. Siempre confió en ellos. "El idioma nunca fue una barrera. Casi siempre había alguien que hablaba español", aclara. "El trato de todos los médicos y enfermeras fue muy bueno. Son como ángeles. Yo estoy muy maravillada y admirada de su personal. Amables, muy trabajadores y muy comprensivos. Me hicieron sentir como un ser humano."

La Señora Leticia no olvida lo maravilloso que fue el Dr. Carlos Bachier. "Siempre estuvo al pendiente de mi. El fue el médico que me hizo el trasplante y le estoy muy agradecida" – y continua-;"Siempre que le llamé, ahí estuvo, presente en todo momento."

Hoy en día, todo ha quedado atrás. Leticia se encuentra en perfecto estado de salud y continua con sus chequeos regulares.

"Todo ha ido evolucionando muy bien" –dice-"Me han cuidado mucho y me he cuidado mucho. Mi vida cambió completamente. Ahora tengo más energía, amo la vida, disfruto el día y lo vivo como si fuera a ser el último y, sobre todo, amo a Dios."

El Programa de Trasplante de Sangre y Médula Ósea para Adultos de Texas Transplant Physician Group, ofrece servicio a pacientes de Texas Transplant Institute en sus instalaciones dentro de Methodist Hospital en San Antonio, Texas.