A sus escasos cuatro años de vida, Sophia ha enfrentado grandes obstáculos. Sophia quien padece Síndrome de Down, nació con un problema congénito del corazón que no la dejaba respirar. Su bazo y su hígado estaban inflamados y tenía principios de leucemia. Los doctores drenaron sus órganos y monitorearon su corazón pero esto no era suficiente. Había que hacer algo más.

“Nosotros somos de El Paso y decidimos venir a San Antonio a buscar ayuda para Sophia. Primero, fuimos a un hospital, localizado en el centro de San Antonio, y ahí nos dijeron que nuestra niña necesitaba cirugía pero, como nosotros somos Testigos de Jehová y nuestras creencias no nos permiten aceptar transfusiones de sangre, acudimos al comité de nuestra Iglesia donde nos proporcionaron la información de un cirujano cardiólogo, el Dr. John Kupferschmid,” cuenta Ernesto, el padre de Sophia.

A pesar de que los mismos empleados del hospital en el que estaban les dijeron que el doctor no iba a aceptar su caso, Lizeth y Ernesto llamaron al doctor esa misma tarde. A las siete de la mañana del día siguiente de haberse comunicado con él, el Dr. Kupferschmid llegó a visitar a Sophia al hospital.

“En cuanto el doctor vio a Sophia, la trató de maravilla. La revisó y, tras aceptar nuestro caso, nos habló de la unidad de Especialistas para Niños de San Antonio que está en el Hospital Metodista” –narra la mamá de Sophia– “Nos sugirió que transfiriéramos a Sophia a ese hospital. Nosotros aceptamos y, ese mismo día, habló con los doctores y dieron de alta a Sophia.”

Al día siguiente, llena de esperanza, la familia se dirigió al Hospital Metodista. El Dr. Kupferschmid, para entonces ya se había reunido con sus colegas para discutir cuál sería la mejor opción para Sophia respetando las creencias de la familia. Más tarde, hablaría con Lizeth y Ernesto, padres de Sophia, para decirles cuál era el tratamiento que proponía.

“Nos recibieron muy bien como si siempre nos hubieran conocido, los doctores muy amables, nos explicaron todo muy bien. Y como yo no hablo inglés, nos tradujeron todo al español para que yo entendiera bien,” recuerda la Señora Lizeth. “A Sophia la trataron muy bien. Y como no vivíamos aquí sino que veníamos de El Paso nos pusieron todo a nuestra disposición.”

El Dr. Kupferschmid y el Dr. Jaime Estrada, reconocido oncólogo hematólogo, investigaron muy bien el caso de Sophia para encontrar un procedimiento que no necesitara de una transfusión de sangre y así poder llevar a cabo la cirugía.

“El Dr. Estrada le recetó una medicina a Sophia para aumentar el volumen de su sangre. Con este tratamiento estuvo como tres meses. Nos regresamos a El Paso y le estuvimos dando la medicina. Y, cada determinado tiempo, le hacían exámenes a Sophia para ver su progreso, así hasta que obtuvo el volumen de sangre que necesitaba; entonces nos regresamos a San Antonio y el doctor nos explico que ya le podían hacer la cirugía. Sophia tenía 10 meses de edad,” relata la Sra. Lizeth.

Gracias a Dios, la cirugía salió muy bien. El anestesiólogo, el cardiólogo, el Dr. Kupferschmid y el Dr. Estrada estuvieron ahí presentes, al pendiente de todo.

“La enfermera del Dr. Estrada, Sue Vázquez, siempre estuvo en contacto con nosotros, nos hablaba para preguntar por Sophia, para ver cómo iban los tratamientos; incluso, ella nos consiguió alojamiento en la Casa Ronald McDonald' s, nos dio la información sobre la comida y el transporte. Siempre estuvo al pendiente de nosotros y nos comunicaba con los doctores.”

Después de la cirugía, cuando Sophia tenía como año y medio, le diagnosticaron leucemia –conocida como leucemia megacarioblástica aguda (M7). Y aunque se sintieron tristes, los padres de Sophia estaban tranquilos porque ya conocían a los médicos, al hospital y ya sabían bien que, primero Dios, ellos los podían ayudar.

El Dr. Estrada tomó su caso otra vez y empezó con un tratamiento especial diseñado para Sophia.

“Todo iba bien pero como a los dos meses de haber empezado el tratamiento, Sophia recayó,” dijo la Sra. Lizeth. “Entonces tuvo que haber una intervención mayor. El Dr. Estrada siempre fue muy consciente y muy respetuoso. Consultó con otros doctores, buscó otras opiniones y siempre respetaron mucho nuestra postura. Investigaban y trataban de darnos una alternativa para que no hubiera conflictos con nuestras creencias.”

Durante un año, Sophia recibió un tratamiento de quimioterapia en dosis bajas. A los seis meses, Sophia entró en remisión y así ha seguido ya por un año. Sus chequeos mensuales se realizan ahora de manera bi-mensual.

“Estamos muy agradecidos, primeramente con Dios, y luego con los doctores. Antes Sophia era muy tranquila, muy seriecita y casi no sonreía pero ahora ya camina, come, sonríe mucho y empezó a decir una que otra palabrita, a mi me empezó a decir ‘má,' ” cuenta Doña Lizeth entusiasmada. “Es muy rápida, todo el día quiere comer, caminar, jugar, no habla bien pero ella hace como si hablara y juega mucho con su hermanito de nueve años.”

A excepción de una pequeña intervención quirúrgica para quitarle un tubito que le habían puesto para ayudarle a comer, Sophia está muy bien. Desde hace medio año que no se ha enfermado y ya tiene un año de ir a la escuela. El doctor dice que si sigue tan bien como hasta ahora, puede ser que Sophia ya no necesite más intervenciones.